sábado, 6 de septiembre de 2008

Ideas diversas acerca del Estado.

La Concepción del Estado para Gabriel Salazar

Gabriel Salazar en su libro “Construcción de Estado en Chile (1800 – 1837)” plantea cómo podría ser una propuesta política alternativa a la democracia neoliberal que hoy existe en Chile. “No habiendo en Chile antecedentes ni memoria de un modelo político distinto al que ha regido este país (con pocas variantes) desde 1830 (Cuando lo impuso Diego Portales), no sería posible promoverla sin grandes dificultades. Pensamos que la ciudadanía necesitará operar sobre las tradiciones y antecedentes que están en su memoria colectiva si ha de asumir la responsabilidad de reestructurar el Estado”. Con respecto a lo anterior, Salazar dice que en esa memoria no existen antecedentes ni tradiciones respecto a la participación de la ciudadanía en los procesos de reconstituyentes del estado. Es por esta razón que este autor se propone escribir en contra de una memoria desmemoriada y para ello explorará el periodo de 1823 – 1828 ya que (para él) es aquí donde existen procesos democráticos significativos y también es en él donde se luchó por un régimen distinto al de Portales “…tanto fue así, que éste se movió prestamente para derribarlo y destruirlo”. Salazar menciona que no solo Ramón Freire tiene hechos y procesos históricos de gran interés sino que, antes que él y entorno a él existía una tradición que Salazar denomina “democracia de los pueblos” cuyos valores cívicos de Estado fueron destruidos por Portales en 1830. También “…fue allí y entonces cuando fue sepultada y olvidada la tradición política que la ciudadanía habría resultado recordar (o exhumar) no una, sino varias veces (como hoy), para construir un Estado acorde a su soberanía y reales necesidades”.

En Septiembre de 1990, el Instituto de Ciencia política de la Universidad Católica organizó un seminario en el que se debatió sobre el diseño interno del régimen político una vez concluida la transición hacia la democracia. La discusión giro en torno sobre si el diseño debía ser presidencialista o parlamentarista pero no se discutió si el régimen político (Constitución política del Estado) “…debía o debió ser generado mediante la deliberación o ejercicio informado de la voluntad ciudadana, o por la voluntad dictatorial de un grupo armado particular de la nación”. Para Salazar la primera alternativa de “la voluntad ciudadana” no fue considerada ya que no existía registro de haber operado en Chile.

Para este autor, tanto ayer como hoy, en Chile se le ha dado una gran importancia al “orden en sí” La importancia que se le ha dado a la noción de “orden en sí” explica también por qué los héroes políticos chilenos esta compuesto casi por completo por individuos que contribuyeron a imponer (en distintas coyunturas históricas) dicho orden. Para Salazar, los hombres que modelan por sí mismos o hacen modelar el estado, pueden por medio de su genio personal (carisma) o poder institucional (fuerza armada) imponer un orden durable pero esto no garantiza procesos históricos de eficiencia y eficacia.

Salazar se hace la pregunta ¿De que modo un orden político es o puede ser eficiente con relación al “tercer actor” (la ciudadanía)? Existen dos modos. 1) Según haya sido la participación de los ciudadanos en el proceso de construcción e instalación del orden de que se trate y 2) según el grado de desarrollo social, cultural y económico que ese orden efectivamente genere para todos los sectores de la sociedad civil. Con respecto al primero, si existe participación efectiva de la ciudadanía el orden resultante será eficiente en torno a su legitimidad. Con respecto al segundo modo, si durante el funcionamiento del orden establecido se produce el desarrollo de la sociedad global, esto quiere decir que el orden será eficiente ya que contribuye a la equidad humanizadora. En las coyunturas constituyentes o reconstituyentes del Estado, nunca, ni en 1830… ni en 1925… ni en 1980 hubo efectiva participación ciudadana, ni deliberación informada del real potencial desarrollista del “orden” que así se imponía a todos los chilenos”.

Fuente: Salazar, Gabriel. Construcción de Estado en Chile (1800-1837). Editorial Sudamericana (2005)
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El Estado Chileno según Mario Góngora


La Tesis central de Mario Góngora en su libro “Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile” es la afirmación de que “el Estado es la matriz de la nacionalidad: la nación no existiría sin el Estado, que la ha configurado en los siglos XIX y XX”.
El primer fenómeno que Góngora destaca es la importancia de la guerra para el desarrollo nacional. Este autor señala que Chile fue una tierra de Guerra. Fue importante la guerra en el periodo colonial y lo siguió siendo en el siglo XIX; basta con recordar las guerras de independencia, la guerra contra la confederación Perú-Boliviana, la guerra naval contra España, la guerra del Pacífico, la guerra civil de 1891 “… y, durante todo este tiempo, la inacabable “pequeña guerra” contra los araucanos… Chile fue un país guerrero. El símbolo patriótico por excelencia fue Arturo Prat. El hecho bélico, el recuerdo del combate heroico y la imagen de Chile como país guerrero han dejado profundas huellas en la conciencia nacional y han definido los contenidos del sentimiento patriótico que ha animado al Estado y a la nacionalidad chilena”.
Mario Góngora considera que el Estado que surge de las guerras de Independencia y de los “desórdenes” que le siguieron se comenzó a definir con Portales “…quien aceptó como ideal político la democracia, pero quien estuvo convencido de que Chile no poseía aún la virtud republicana que él consideraba indispensable para el buen funcionamiento del sistema democrático y quién por eso, con criterio realista, organizó un gobierno fuerte y centralizador, renovando así, bajo formas republicanas, la vieja monarquía española”. Este gobierno fuerte se sustentaba en la legitimidad que le confería la constitución le permitía conjurar los peligros tanto de un democratismo utópico como de un caudillismo arbitrario. El Estado portaliano perduró, con algunas modificaciones hasta el año 1891, fecha que (para Góngora) marca un hito importante en el desarrollo nacional. En 1891 termina el régimen portaliano y también termina el largo periodo del Chile guerrero. A finales del siglo XIX se presenta como “otro” Chile que se presentaba con nuevos núcleos sociales, con nuevas riquezas, con nuevos problemas y con una nueva mentalidad. La República parlamentaria lcalifica a la aristocracia gobernante de “política fantasmal”, comouna política incapaz de afrontar las nuevas realidades económicas y sociales.
En relación a la tesis central del Ensayo, “la tesis de que el Estado ha dado forma a la nacionalidad chilena” es donde se concentran las mayores polémicas. Hay quienes rechazan la tesis pero hay otros que van más allá, formulando críticas al concepto que Mario Góngora tiene del Estado, afirmando que no se encuentra en el ensayo una definición clara del concepto, de modo que todas las consideraciones en torno a la noción del estado quedarían un tanto vagas e imprecisas.

Fuente: Góngora, Mario. Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Editorial Universitaria (2003).
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miércoles, 3 de septiembre de 2008

La simbología en el Estado- Nación


Desde los inicios de la República, la creación de diferentes símbolos que representaran en forma oficial al Estado de Chile se hizo inminente. Los emblemas nacionales no sólo tendrían la misión de que la institucionalidad de un país fuera mundialmente reconocida, sino que también se constituyeran en los elementos de identificación del pueblo chileno.

Los actuales símbolos patrios como lo son el escudo nacional, la bandera chilena y el himno nacional lograron ser oficialmente aprobados luego de que sufrieran variados cambios tanto en su forma como en sus conceptos.

El nacimiento del escudo nacional, se remonta al año 1832 bajo el gobierno del presidente José Joaquín Prieto, enviándose el proyecto al Congreso. Dos años más tarde, el 24 de junio de 1834, fue aprobado. El diseño, se basó en la propuesta de Carlos C.Wood, que presenta los mismos colores de la bandera. Sobre el fondo figurativo va un penacho o plumaje tricolor: azul, blanco y rojo, y por soportes lleva un huemul a la derecha y un cóndor a la izquierda, cada uno con una corona naval dorada. En 1920 se incorporó al escudo nacional el lema "Por la razón o la fuerza". Y el 18 de octubre de 1967, por Decreto Supremo se lo define como emblema patrio.

El origen de nuestra actual bandera marcó el hito de la Independencia de Chile, puesto que fue izada por primera vez en forma pública el 12 de febrero de 1818, durante la solemne proclamación de la Independencia, en la que también se dio inicio al rito del juramento de la bandera. Nuestro pabellón patrio fue concebido por el ministro José Ignacio Zenteno durante el gobierno de don Bernardo O Higgins y fue diseñado por el militar español Antonio Arcos. Los colores rojo, azul y blanco representan respectivamente la sangre vertida durante la guerra de la Independencia, el azul de nuestro cielo y las puntas nevadas de la Cordillera de Los Andes. La estrella de cinco puntas simboliza a los poderes del Estado que velan por la integridad de la Patria.

El himno patrio que entonamos hoy en día data de 1847 y su compositor fue el poeta Eusebio Lillo, a quien el Gobierno de Chile le encomendó la creación del texto que debía reemplazar al que había sido el primer contenido de la Canción Nacional. El problema con el original es que se consideraba demasiado "antiespañol", por lo que se decidió mantener la composición musical y adaptar los nuevos versos. A pesar del cambio, el nuevo texto mantuvo la estrofa del coro original: "Dulce Patria recibo los votos....". La misión de la composición musical recayó en el compositor español Ramón Carnicer (en una reformulación), quedando en definitiva la música, según el trabajo realizado por él.


Fuente:www.chile.com/tpl/articulo/detalle/ver.tpl?cod_area=1&cod_articulo=2594

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